* Pese a su discapacidad
* Un ejemplo para muchos “funcionarios”
Tijuana.- “Hace más el que quiere que el que puede”, es la frase de batalla por sobrevivir de Enrique Ontiveros Burciaga, quien en una silla de ruedas, sin piernas y una mano incompleta, ha recurrido a diversas instancias públicas y privadas buscando que le den un empleo, pues su oficio de artesano ya no le da más para sostener los gastos de su hogar y a su familia.
Orgulloso de sentirse útil pese a su discapacidad, dice: “Me han ofrecido gafetes para que me ponga en algún crucero para pedir limosna, pero eso no es lo que quiero, pues aún estando físicamente como estoy puedo desempeñar cualquier trabajo”.
Cuando tenía 38 años de edad, en 1995, Enrique tocaba su guitarra para amenizar el momento a la concurrencia de restaurantes, bares y cantinas en las ciudades cercanas a su natal Durango. Fue en ese año cuando en Ciudad Jiménez, Chihuahua, sufrió el ataque de unos asaltantes que, después de golpearlo y despojarlo de lo que había logrado obtener de monedas, lo arrojaron inconsciente a las vías del tren abandonándolo a su suerte.
Al despertar instintivamente se dio cuenta que el tren a su paso le había cercenado ambas piernas y la mitad de la mano izquierda; fue esto último lo que más resintió “pues mis manos eran con las que tocaba mi guitarra”.
Enrique llegó a Tijuana en 1995, mismo en el que sufrió el accidente, quien a petición de un hermano que le tendió la mano para ayudarlo, fue que aprendió a hacer artesanías de madera que hasta hace tres años tenían buena demanda y se vendían con una utilidad razonable, “era negocio, pues, pero ahora ya casi nadie compra y quien lo hace quiere pagar menos del costo del material”.
Reacio a dejarse vencer por la adversidad, ha buscado “por todos lados” la forma de poder conseguir un empleo que le permita ganar lo necesario para sufragar las necesidades materiales de él y su esposa.
Fue así como llegó a algunas dependencias municipales y estatales en las que encontró eco para resolver algunas carencias que enfrentaba, consiguiendo el apoyo de Raymundo Aguilera para que obtuviera su registro en el Seguro Popular.
Asimismo, en el área de Auditoría de Gestión municipal lograron que fuera atendido personalmente por el director del DIF, José Luís Hernández Silerio, quien con afabilidad y espontáneamente estableció tres compromisos: Buscar los canales necesarios para que cubriera el adeudo pendiente del servicio de agua potable, conseguir el apoyo del Sistema DIF estatal para que le proporcionen unas prótesis para sus piernas y lograrle un empleo digno.
Casi al borde de las lágrimas al ver doblado su orgullo por la sencillez de la respuesta a sus necesidades materiales, Enrique Ontiveros Burciaga no tuvo más que agradecer el apoyo brindado por quienes intervinieron a su favor.
sábado, 28 de enero de 2012
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